El dibujo —junto con la palabra— ha sido una de las formas más importantes de expresión y comunicación desde épocas muy remotas. La decisión de delinear trazos en una superficie imitando un objeto, un animal o una figura humana es sin duda uno de los avances de mayor importancia en el recorrido cultural del ser humano. Estos trazos —en unos casos torpes y burdos y en otros de una maestría excelente—, nos proporcionan información para ayudarnos a interpretar una cultura ya desaparecida, dado que el hombre ha sido capaz de plasmar en sus dibujos una visión particular de las cosas, una necesidad, un ruego o un estado de ánimo, pero también ha servido para comunicar mensajes de tipo ideológico.
La curiosidad innata del ser humano por los restos pertenecientes a pueblos antiguos —propios o ajenos— ha estado presente en la historia desde tiempos muy tempranos, pero su plasmación en dibujos o grabados es relativamente reciente.
Las formas de expresión han ido cambiando según el paso del tiempo, por ello el desarrollo de la ilustración arqueológica sigue un camino paralelo al de la arqueología misma, y ambas se verán afectadas por las mismas influencias hasta la actualidad.
Andrés CIUDAD RUIZ
Mª Josefa IGLESIAS PONCE DE LEÓN
Universidad Complutense de Madrid
Departamento de Historia de América II (Antropología de América)
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